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DAÑO AUDITIVO POR RUIDO: UN PROBLEMA CRECIENTE

  • By: Inclusión
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El daño auditivo inducido por ruido (DAIR) es una condición que afecta la capacidad auditiva, pudiendo ser parcial o total, permanente o acumulativa. Esta pérdida auditiva neurosensorial se desarrolla gradualmente debido a la exposición prolongada a niveles perjudiciales de ruido, que pueden ser continuos o intermitentes.

El ruido se define como cualquier sonido percibido a un nivel que puede inducir y aumentar el riesgo de pérdida auditiva. La exposición a largo plazo a ruido moderadamente intenso, entre 75 y 78 dB, puede causar pérdida auditiva coclear gradual. Los daños inmediatos y permanentes, conocidos como trauma acústico, ocurren por la exposición a eventos acústicos de alta intensidad.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente 360 millones de personas padecen pérdida auditiva discapacitante, incluidos 32 millones de niños. En México, la discapacidad auditiva ocupa el cuarto lugar con un 35.2% de prevalencia según datos del INEGI de 2014. Este trastorno impacta no solo a la persona afectada, sino también a su familia y comunidad.

El DAIR se incrementa con el avance de la civilización y la exposición a ruidos de alta intensidad, lo que reduce la calidad de vida y la capacidad de comunicación de las personas. En adolescentes, el problema es aún más grave debido al uso creciente de reproductores personales de música comprimida, los cuales permiten escuchar a volúmenes altos durante periodos prolongados.

El grado de pérdida auditiva está influenciado por los niveles de exposición sonora, el tiempo de exposición, el espectro del sonido ofensivo y la susceptibilidad individual. El sitio primario de la lesión en DAIR es la muerte de las células pilosas externas (CPE), que resulta en una pérdida auditiva. Con una mayor exposición, la pérdida se extiende a otras frecuencias, dañando también las células pilosas internas (CPI) y las fibras nerviosas auditivas.

El diagnóstico de DAIR se realiza mediante estudios audiológicos como audiometría tonal, logoaudiometría, audiometría de altas frecuencias, emisiones otoacústicas y acufenometría. Los principales síntomas incluyen hipoacusia neurosensorial en frecuencias agudas, acúfeno, hiperacusia y percepción anormal del tono.

El tratamiento del DAIR se centra en la prevención y la protección auditiva. Los agentes farmacológicos, como los antioxidantes, han mostrado eficacia en la protección y tratamiento de la pérdida auditiva inducida por ruido. Sin embargo, las lesiones otológicas producidas por el ruido no tienen tratamiento una vez instaurada la hipoacusia. Dependiendo del grado y tipo de pérdida auditiva, se recomienda la rehabilitación mediante auxiliares auditivos digitales.

La prevención es clave para evitar el DAIR. Es crucial mantener el volumen bajo, limitar el tiempo de exposición a ruidos fuertes y utilizar protección auditiva adecuada. La Norma Oficial Mexicana NOM-011-STPS-2001 establece los límites máximos permisibles de exposición al ruido en el trabajo, recomendando no superar los 85 dB durante una jornada de ocho horas.

En resumen, el daño auditivo inducido por ruido es una condición seria y creciente que requiere atención y medidas preventivas para proteger la salud auditiva de la población. La concienciación sobre los riesgos y la implementación de prácticas seguras son esenciales para prevenir este tipo de pérdida auditiva



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